sábado, 14 de agosto de 2010

¡Ooooooolé!



En un artículo aparecido en El País edición digital el 17-01-09 firmado por un señor muy importante que no voy a nombrar (el artículo, como digo, está firmado) para que Google no me gaste malas pasadas, se culpa de los malos resultados del sistema educativo a la falta de formación de los profesores.

Lo que este señor propone es "asesorar al profesorado en cuanto a problemáticas que antes se desconocían, como alumnado disruptivo, desmotivación, déficit de atención, hiperactividad, anorexia, bullying o ciberadicción" y dice que "El futuro profesorado precisará experiencias directas y ejemplificaciones de la tarea de enseñar, más que conocimientos de su disciplina que al poco tiempo quedarán obsoletos."

Bien por él y por sus, sin duda, grandes intenciones. Lo que pasa es que esto nos lleva sin remedio a tres preguntas:

Pregunta irremediable nº 1: ¿quién, cómo y dónde instruye a los profesores en experiencias directas y ejemplificaciones de todas esas "problemáticas que antes se deconocían"? Hasta ahora sólo se plantean cursos de formación del profesorado en aulas de institutos ante un ponente que desarrolla todas sus teorías como máximo con la ayuda del Power Point.

Pregunta irremediable nº 2: ¿qué es exactamente lo que deben de saber los alumnos a final de curso? Si nos olvidamos de nuestros conocimientos en la disciplina por riesgo de obsolescencia ...

Pregunta irremediable nº 3: ¿que la raíz cuadrada de 16 es 4 es un hecho obsoleto? Igual es que como ya ni siquiera se suma 2+3 sin ayuda de la calculadora ...

Pero la moraleja de lo que este señor expone es mucho más dura: los responsables del fracaso del sistema somos los profesores. Eso, querido lector, es lo que se llama "embestir al bulto", costumbre muy hispana que tal vez explica la popularidad de la fiesta taurina.

Este señor pasa por encima de los títulos académicos necesarios para ejercer como profesor y de los conocimientos mínimos que debe tener un alumno para saber algo de la materia que se le imparte. Ilustrando esto último, sugiero al lector un vistazo a este artículo.

Nada más lejos de mi intención que menospreciar el papel del orientador en un IES, pero del orientador DE CAMPO, el que se requema las neuronas bregando con el día a día de un centro, en contra de ese otro, el teórico, el de despacho, el de artículo especializado, el de informe encargado por la obra social de no sé quién (inevitablemente sesgado), aquél a quien escucha el político y de esa forma bendice su razón de ser.

Esta gente se pega como una lapa al barco de la educación y, más allá de añadirle peso, no aporta nada ... pero navega con él.

Volviendo al símil taurino: el toro entra al trapo que es el elemento fácil, el más aparente y se olvida del torero que es quien maneja la situación y, finalmente, le mata. Todo ello con el auxilio de banderilleros, picadores, demás subalternos y monosabios y aplaudido calurosamente por la muchedumbre en su "faena".

Saludos desde la trinchera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No se corte, pero nos reservanos el derecho a censurar lo que entendamos improcedente.