lunes, 18 de octubre de 2010

Reflexiones sobre la FP (II)

Si un adolescente con notas aceptables, le dice a sus padres que quiere cursar un ciclo formativo, en la mayor parte de los casos los progenitores se empezarán a preguntar en qué han fallado ellos o el sistema con su hijo. Si un adolescente con pocas esperanzas de prosperar académicamente les cuenta sus padres que va intentar cursar Formación Profesional, en la mayoría de los casos los padres asumirán el hecho como mal menor: de perdidos, al río.

Es increíble que en pleno siglo XXI y en un país que se las da de desarrollado, todavía se tenga ese desprecio por la Formación Profesional. Pero en fin, no se puede culpar a los padres por el hecho de quieran que su hijo sea universitario y curse una carrera, aunque no tengan en cuenta el detalle de que, a lo mejor, no puede ejercerla.

Lo peor y muy sangrante, es que algunos profesores y, sobre todo, algunos orientadores de secundaria, manejen el mismo concepto sobre la FP. Hay afortunadas excepciones de orientadores realmente implicados en lo que es un estudiante de secundaria y no en lo que les gustaría que fuese, que sí le dan a la FP el carácter de alternativa académica con independencia del currículum del alumno, pero son eso, excepciones. El orientador más habitual en los centros de estudios, al que, para entendernos, llamaremos orientador estándar, ni se plantea incluir en sus programas a la FP a no ser, claro está, para los casos perdidos.

Orientador. Más allá del significado que se le dé en la realidad de los IES, el término, en sí mismo, no tiene vuelta de hoja: se trata de orientar al adolescente hacia lo que más le convenga según sus características y la realidad social. Desde ese punto de vista, el éxito de un orientador es el alumno que se forma en lo que le gusta y se le da bien y después se gana la vida en base a lo que ha aprendido. Estará el lector conmigo, en que la FP, en ese sentido, ofrece mayores posiblidades de éxito que la universidad.

Mientras tanto, según datos oficiales, casi la mitad de los "orientados" a bachiller, no lo supera y de la mitad que lo supera, casi el 50 % abandona los estudios universitarios. Así que, de cada 100 alumnos que cursan bachiller, tenemos a 75 que acaban sin oficio ni beneficio. Añadiendo a esto que, también según cifras oficiales, el 40 % de los titulados universitarios trabaja sin ejercer su carrera, tenemos un éxito de los orientadores estándar del 10 %. Si esto no fuese la función pública, un éxito de un 10 % en un puesto de trabajo de ese nivel de responsabilidad, haría que, a buen seguro, el ocupante del puesto acabase incrementando ese 40 % de universitarios que no trabajan conforme a su titulación o que, directamente, no trabajan.

En fin, querido lector, que en un país en crisis, básicamente porque tiene un nivel de productividad y competitividad raquítico, se considera un fracaso que un adolescente "vaya a parar" a la Formación Profesional. Sentencia firmada y rubricada por los que se dicen expertos en educación.

Saludos desde la trinchera.

sábado, 9 de octubre de 2010

Reflexiones sobre la FP (I)


Me envía un amigo que pelea en otro frente y a quien invito a unirse a esta trinchera, un artículo sobre la escasez de alumnos y plazas para Formación Profesional en España.

A estas alturas, a poca gente le cabe duda del estado de la situación. Fíjese el lector que hasta nuestra máxima autoridad en educación se ha dado cuenta.

El artículo, en mi opinión, demuestra la buena intención de su autora en cambiar la situación que ilustra, pero, también en mi opinión, hay que hacer algunos matices.

En primer lugar, hay algunos datos que se reflejan en el artículo de los que no me cabe duda respecto a su procedencia: las estadísticas oficiales. No tiene culpa la autora por apoyar su artículo en referencias que deberían ser fiables ... pero que no lo son.

Cierto es que la FP ha sido el gran fracaso de TODOS los gobiernos. También es cierto que hay disciplinas de la FP que son muy caras. Esos dos conceptos son los que hay que relacionar para darse cuenta del fondo de la situación. Los gobernantes salen a la palestra prometiendo cualificaciones, catálogos oficiales, etc., etc. pero esa no es la solución. Y verá el lector por qué. Aquí no se trata de dar una salida académica a cualquier fantasía de adolescente generando un título que le permita realizar sus sueños. Aquí se trata de que los jóvenes elijan entre soluciones productivas para ellos y para el país. No me dice absolutamente nada la cifra de 140 títulos porque entre ellos hay algunos que tienen una salida laboral muy limitada, por no decir nula. Y ... ¿casualidad? ... son los más baratos de impartir.

No se deje engañar, querido lector. La Administración está practicando lo que mejor se le da: las cortinas de humo.

Las campañas institucionales de promoción de la FP han sido, salvo contadas excepciones, muy pobres. Cuando la Selección Española de Baloncesto ganó el mundial y participó en los Juegos Olímpicos, en casi todos los tiempos muertos del partido, salía un anuncio de las Fuerzas Armadas ... ¡Pedazo de anuncio, oiga! Me daban ganas de volver a hacer la mili. ESO son campañas. Vea el lector a lo que me refiero e intente acordarse de algo parecido fomentando la FP.



Después de esta pausa para la publicidad, continuamos desde la trinchera.

Otra historia son las pruebas de acceso, particularmente a los ciclos formativos de grado superior. ¿Sabía el lector que un titulado en grado medio tiene que hacer una prueba de acceso a grado superior DE SU MISMA ESPECIALIDAD, mientras que un titulado en cualquier bachillerato tiene acceso directo? Eso en esta trinchera se entiende como agravio comparativo, como mínimo.

No me quiero extender mucho más, que luego no leen el artículo, pero, si quiere saber el lector mi opinión, se podría empezar a solucionar el problema, siguiendo estos sencillos pasos:

  1. Eliminar las pruebas de acceso a Ciclos Formativos o exigirlas sólo a quien no posea ningún título. Esto es de especial importancia para la transición entre los ciclos de grado medio y los de superior.
  2. Permitir el acceso a los Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI) desde los 14 años, por elección libre del alumno, es decir, sin que tenga que tener algún fracaso escolar previo y eliminar el cupo de grupos en cada centro.
  3. No permitir abrir PCPI a aquellos centros que no dispongan de ciclos de grado medio afines, para poder dar una continuidad académica.
  4. Acordar entre las administraciones de Educación y de Trabajo la necesidad de disponer de un carné profesional para el desempeño de determinadas tareas profesionales. Para la adquisición de ese carné, debe ser necesario haber cursado un ciclo formativo del grado correspondiente a la categoría profesional. Esto no es nuevo, se hace ya en algunas profesiones: instaladores electricistas, instaladores de gas, marinos, etc. Se trata de generalizarlo.

Observe el lector que he hecho hincapié en los PCPI. Desde esta trinchera pensamos que son pieza clave del sistema y, en futuros artículos, hablaremos de ellos con más detalle.

Saludos desde la trinchera.

viernes, 1 de octubre de 2010

José Antonio Labordeta


Han pasado ya unos cuantos días desde el fallecimiento de José Antonio Labordeta de modo que ya no es noticia. Pero es que resulta que el propósito desde esta trinchera no es ejercer de noticiero, sino invitar a la reflexión y, a ser posible, remover conciencias.

Mochilero, político, profesor, escritor y cantautor, Labordeta nos lega un testimonio de amor por su tierra y de buscador de la verdad como único camino hacia el ideal de la libertad.

El lector podrá o no compartir sus ideas, pero lo que no deja lugar a dudas es su integridad. El tono de su lenguaje siempre ha ido acorde con la situación y no con el protocolo. En sus obras escritas y yo diría que principalmente en sus canciones, conjugó la belleza del lenguaje, con la necesaria aspereza del mensaje.

Quiero creer ... necesito creer que con su muerte no hemos perdido al último político digno de ser escuchado.

Dejo al lector con las que son, tal vez, sus dos canciones más representativas.

Saludos desde la trinchera.